Poesías inolvidables

Oda a los deshollinadores

Prófugos del mundo de Swift

no fueron adobo, porque el manto de la noche

cubrió de hollín las estrellas

y pasaron de frente los cocineros-inquisidores.

 

Son las víctimas dolorosas de la Revolución Industrial,

son una metáfora del hambre

que en su gracilidad se hace poesía y sabemos que

aunque anglicanos, toman ceniza a diario.

 

Africanos-europeos de temporal negritud,

sus ojos son robados a jirones de cielo,

su sonrisa semeja huesos albos de una luna creciente...

desde sus púlpitos de piedra ennegrecida

predican alegremente con agua y escoba.

 

Son la salud del fogón con un cepillo por arma,

son los duendes de Santa Claus y por eso no reciben juguetes,

son niños que al trabajar descubren la luz del día

y emergen de su oscuridad agitando la escoba

como una bandera sobre una plaza recién conquistada.

 

Para que la injusticia duela debe cebarse en los jóvenes,

por eso son el desajuste mal pagado de la sociedad,

la plusvalía marxista, pero también sonrisa y júbilo,

porque esta noche llevarán el pan a sus casas.

 

El joven trabaja para no delinquir y quizá acabe delinquiendo

ante una sociedad más cerrada que lo negro del hollín.

Como niños, son el misterio de la vida

y el escarnio de una ambición ajena que,

con sus fauces hambrientas, como las chimeneas,

también los engullirá.

 

Swift supone que sus pulmones ante tanto alquitrán

pronto se secarán permitiendo liberarnos

del miserable espectáculo.

 

Sus fantasmas vagan en las noches navideñas

con un resto de hidalguía,

sé que sólo es un recuerdo extraído de lecturas,

pero cómo se parece la injusticia en todos los tiempos.

         

José Lanzagorta Croche

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