Poesías inolvidables

Gratia plena

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía;

su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar;

el ingenio de Francia de su boca fluía,

era llena de gracia, como el Ave María.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

 

Ingenua como el agua, diáfana como el día,

rubia y nevada como Margarita sin par,

el influjo de su alma celeste amanecía;

era llena de gracia, como el Ave María.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

 

Cierta dulce y amable dignidad la investía

de no sé qué prestigio lejano y singular.

Más que muchas princesas, princesa parecía;

era llena de gracia, como el Ave María.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

 

Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía

dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar

y cadencias arcanas halló mi poesía;

era llena de gracia, como el Ave María.

¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

 

Cuánto, cuánto la quise, por diez años fue mía,

pero flores tan bellas nunca pueden durar;

era llena de gracia, como el Ave María,

y a la fuente de gracia, de donde procedía,

se volvió como gota que se vuelve a la mar.

 

Amado Nervo

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