Poesías inolvidables

Balada de la loca alegría

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-

mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-

soy un perdido -soy un mariguano-

a beber y a danzar al son de mi canción...

 

Ciñe el tirso oloroso, tañe el jocundo címbalo.

Una bacante loca y un sátiro afrentoso

conjuntan en mi sangre su frenesí amoroso.

 

Atenas brilla, piensa y esculpe Praxíteles,

y la gracia encadena con rosas la pasión.

¡Ah de la vida parva, que no nos da sus mieles

sino con cierto ritmo y en cierta proporción!

Danzad al soplo de Dionisos que embriaga el corazón...

 

La Muerte viene, todo será polvo

bajo su imperio: ¡polvo de Pericles,

polvo de Codro, polvo de Cimón!

 

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-

mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-

soy un perdido -soy un mariguano-

a beber y a danzar al son de mi canción...

 

De Hispania fructuosa, de Galia deleitable,

de Numidia ardorosa, y de toda la rosa

de los vientos que beben las águilas romanas,

venid, puras doncellas y ávidas cortesanas.

 

Danzad en deleitosos, lúbricos episodios,

con los esclavos nubios, con los marinos rodios.

 

Flaminio, de cabellos de amaranto,

busca para Heliogábalo en las termas

varones de placer... Alzad el canto,

reíd, danzad en báquica alegría,

y haced brotar la sangre que embriaga el corazón.

 

La Muerte viene, todo será polvo:

¡polvo de Augusto, polvo de Lucrecio,

polvo de Ovidio, polvo de Nerón!

 

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-

mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-

soy un perdido -soy un mariguano-

a beber y a danzar al son de mi canción...

 

Aldeanas del Cauca con olor de azucena;

montañesas de Antioquia, con dulzor de colmena;

infantinas de Lima, unciosas y augurales,

y princesas de México, que es como la alacena

familiar que resguarda los más dulces panales;

y mozuelos de Cuba, lánguidos, sensuales,

ardorosos, baldíos,

cual fantasmas que cruzan por unos sueños míos;

 

mozuelos de la grata Cuscatlán-¡oh ambrosía!-

y mozuelos de Honduras,

donde hay alondras ciegas por las selvas oscuras;

 

entrad en la danza, en el feliz torbellino:

reíd, jugad al son de mi canción:

la piña y la guanábana aroman el camino

y un vino de palmeras aduerme el corazón.

 

La Muerte viene, todo será polvo:

¡polvo de Hidalgo, polvo de Bolívar,

polvo en la urna, y rota ya la urna,

polvo en la ceguedad del aquilón!

 

Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-

mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-

soy un perdido -soy un mariguano-

a beber -a danzar al son de mi canción...

 

La noche es bella en su embriaguez de mieles,

la tierra es grata en su cendal de brumas;

vivir es dulce, con dulzor de trinos;

canta el amor, espigan los donceles,

se puebla el mundo, se urden los destinos...

 

¡Que el jugo de las viñas me alivie el corazón!

A beber, a danzar en raudos torbellinos,

vano el esfuerzo, inútil la ilusión...

 

Porfirio Barba Jacob

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