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Tania Diez Peñaloza

tania@t10arquitectura.com

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Los siglos que nos contemplan

* La maravillosa historia de la Ciudad de México

Primera parte

 

Conocida como el D.F., Distrito Federal, Ciudad de México o simplemente México, nuestra ciudad encierra cientos de años de tradiciones, de cultura y de historia y ha sido, desde su fundación, el lugar donde se han concentrado los poderes y la población de manera desmedida.

El D.F, ocupa un área de 1,485 km2, el 0.1% del territorio nacional; tiene 8,720,916 habitantes, que representan el 8.4% de la población del país, pero si hablamos del área metropolitana (el área que engloba a la ciudad central y a las ciudades satélite que se fueron desarrollando alrededor de ella), los números se elevan a 7,815 km2 y 19,239,910 habitantes (el 0.5% y el 18.5% respectivamente). La definición oficial para esta área es Zona Metropolitana de la Ciudad de México, que engloba las 16 delegaciones del Distrito Federal, 40 municipios del estado de México y uno del estado de Hidalgo.

Se encuentra en el Valle de México, región plana delimitada casi totalmente por masas montañosas que forman una cuenca en la que las más impresionantes son los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que nos ofrecen un espectacular paisaje en los días despejados. Originalmente esta cuenca era casi cubierta en su totalidad por un extenso sistema de ríos y lagos, de los cuales el mayor era el Lago de Texcoco. Acabar con muchos de estos lagos para hacer crecer la ciudad ha sido uno de los más trágicos errores de su historia.

Valle de México

 

Los indicios más antiguos de ocupación humana en la zona se ubican en el período Cenolítico Inferior (9500-7000 a. C.), son los restos fosilizados encontrados en la localidad de Peñón de los Baños, denominados como Mujer del Peñón. [

Factores como el clima, la situación geográfica y la configuración de sus lagos, hacían de la zona el lugar ideal para asentarse. Con el desarrollo de la agricultura como medio ideal para un modo de vida sedentario, varios poblados comenzaron a florecer a lo largo de la ribera del río alrededor del año 1000 a.C. La religión, como base de su cultura, determinó la arquitectura de la época, dando lugar a centros ceremoniales como los de Copilco, Tetelpan y Cuicuilco; este último el más destacado, con su famosa pirámide circular que fue cubierta por la erupción del Xitle en el siglo IV, pero de la que aún se pueden observar restos en plena ciudad (Insurgentes y Periférico, junto a la Escuela Nacional de Antropología e Historia).

En Teotihuacán se desarrolló la cultura teotihuacana en el primer milenio antes de nuestra. Se localizaba al noreste del lago de Texcoco. Era un centro de desarrollo urbano, político y religioso que competía en grandiosidad con Cuicuilco y que durante su época de mayor esplendor llegó a tener entre 150 y 200 mil habitantes.

Esta ciudad llegó a alcanzar una extensión de 21 km2. En la actualidad, la parte abierta al público representa tan sólo una décima parte de lo que fue.

En el siglo VIII, por razones aún desconocidas, Teotihuacán fue abandonada por sus pobladores, dando lugar al ocaso de una de las grandes civilizaciones mesoamericanas que marcaron artística, arquitectónica y urbanamente a muchas de las posteriores.

Algunos de sus habitantes se trasladaron a la ribera del lago de Texcoco, donde fundaron pueblos como Culhuacán y Coyoacán. A la zona llegaron también tribus provenientes del norte (nahuas), que tras aprender algunas de las costumbres y técnicas agrícolas de los grupos que seguían habitando la región, establecieron ciudades que con el tiempo formarían una compleja red de centros productivos y de intercambio comercial en todas las inmediaciones del Lago de Texcoco. Tal fue el caso de Azcapotzalco, Tenayuca, Texcoco, Mixcoac y Tlacopan.

A la región que actualmente ocupa la Ciudad de México llegaron grandes migraciones entre los siglos VIII y XIII (toltecas, chichimecas, texcaltecas, tlaxcaltecas, acolhuas). Los asentamientos dieron lugar a la última y más poderosa civilización de Mesoamérica: los mexicas, resultado de la suma de los anteriores con la gran movilización chichimeca al altiplano central. Según sus relatos, eran originarios de la mítica Aztlan (de ahí el término de aztecas, como también se les conoce), una isla de donde partieron por designios divinos. Algunos historiadores, arqueólogos y antropólogos sostienen que se trata de un islote en el estado de Nayarit que actualmente se conoce como Mexcaltitán.

Hacia el año de 1299, guiados por el sacerdote Tenoch, intentaron ubicarse a las orillas de un río. Se establecieron por la zona de Chapultepec, que contaba con una posición estratégica y una cantidad de recursos privilegiada, pero fueron expulsados por los acolhuas. Volvieron entonces al peregrinaje hasta que encontraron lo que según la leyenda era la señal que les indicaba el sitio ideal para desarrollarse: en un islote ubicado al centro del valle estaba un águila parada sobre un nopal devorando a una serpiente. Era el año de 1325.

La imagen muestra la distribución esquemática de los islotes que encontraron los mexicas a su llegada. Se establecieron originalmente en Tenochtitlán, y trece años después, un grupo descontento con la repartición de las chinampas fundó la ciudad de Tlatelolco, que terminó siendo satélite de la primera y desarrolló el comercio como su actividad fundamental. Los mexicas, o aztecas, se sustentaban en la agricultura como base de desarrollo y utilizaron la religión y la guerra como medio de expansión. Cuando llegaron los españoles a interrumpir su próspero reinado controlaban un gran porcentaje de lo que ahora es México y parte de Guatemala. Levantaron la ciudad sobre el lago con asombrosas obras de ingeniería hidráulica con rellenos, pilotes y canales internos, así como diques contenedores de aguas y puentes.

Revolucionaron el método de agricultura de las chinampas, que consistían en concentraciones artificiales de tierra limitadas por canales de agua y situadas en márgenes de ríos y pantanos. Con este sistema, se aseguraba una suficiente cantidad de tierra fértil bien irrigada, pero ellos, además, lo usaron para construir islas artificiales con las que ampliaron los espacios de tierra firme para desarrollarse.

Grandes matemáticos, físicos, urbanistas, ingenieros, astrónomos y agrónomos que tenían un gran respeto por la ecología y el entorno natural que les rodeaba, vieron interrumpidas sus creencias, sus logros y su expansión con la invasión de los españoles a sus territorios en 1519. A partir de ese momento, el rumbo de la arquitectura y el urbanismo de la ciudad se desvió por completo, tomando un camino muy alejado del que ellos impulsaron (continuará).

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