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Tania Diez Peñaloza

tania@t10arquitectura.com

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Félix Candela, personaje emblemático

* Los cascarones de concreto en México

* La geometría, el principio estructural de sus cubiertas

 

Durante los años de 1936 a 1939 tuvo lugar uno de los capítulos más negros en la historia de la España moderna: la guerra civil, cuando los republicanos intentaban evitar que el fascista Francisco Franco tomara el poder. No lo lograron, y en consecuencia los derrotados tuvieron que abandonar su país, escapando de la garra del dictador. México, con el general Lázaro Cárdenas al frente, fue uno de los países que abrió sus puertas de par en par a cualquiera que buscara refugio; se estima que entre 1939 y 1942 acogió a 25,000 españoles, entre ellos a reconocidos personajes de la cultura y el arte, como Remedios Varo y Luis Buñuel.

El martes 13 de junio de 1939 llegó a costas veracruzanas el barco Sinaia con 1620 refugiados a bordo, el arquitecto Félix Candela entre ellos. Comenzó una nueva vida en un país extraño. Su obra, su legado en México, supera con creces cualquier expectativa.

Candela nació en Madrid el 27 de enero de 1910 y cursó la carrera de Arquitectura en la misma ciudad, entre 1927 y 1935.

Desde su época de estudiante quedó fascinado por las estructuras laminares de concreto, que empezaban a ser desarrolladas por personajes como Robert Maillart en Suiza, Eduardo Torroja en España ó Eugene Freyssinet en Francia.

El principio de estas estructuras era la resistencia por forma; es decir, que su propia geometría les hiciera mantenerse en pie.

En 1936 ganó una beca para ir a estudiar sobre la materia a Alemania, pero la rechazó y pasó los siguientes 3 años luchando con el Ejército Republicano en España y los posteriores 31 años en México.

Cuando Candela llegó a México, el país vivía una etapa de desarrollo económico sostenido tan sorprendente que se le conoce como “El milagro mexicano”, caracterizado por la aplicación de una serie de reformas económicas y sociales por parte del Estado para desarrollar el mercado interno y la industria, sobre todo.

Ese “milagro” recibió el primer impulso con la políticas nacionalistas del presidente Lázaro Cárdenas en 1938 y se apuntaló durante la Segunda Guerra Mundial porque el país se convirtió en proveedor de insumos de las partes en conflicto.

La etapa de prosperidad económica continuó durante los gobiernos de Manuel Ávila Camacho (1940-46), Miguel Alemán Valdés (1946-52), Adolfo Ruiz Cortines (1952-58), Adolfo López Mateos (1958-64) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-70) y terminó en el sexenio de Luis Echeverría.

Como se asentó en líneas anteriores, las políticas principales que impulsaron este crecimiento fueron el desarrollo de la industria y del mercado interno, implementándolo por medio del proteccionismo, la sustitución de importaciones y el aumento de capacidad de consumo de la población.

La construcción fue una de las tantas industrias que florecieron durante este período, debido a que se apoyó la creación de carreteras y de viviendas; y es en este período donde también floreció la construcción de los cascarones de concreto, con Candela a la cabeza, lo que le permitió a éste desarrollar el tema que lo obsesionaba desde estudiante: la geometría como el principio estructural de sus cubiertas, con lo que logró librar mayores claros que un sistema convencional con una menor cantidad de material.

Las sorprendentes e innovadoras formas que podemos ver en los cascarones no son un capricho ni una obsesión estética o de estilo, responden a la búsqueda de un trabajo estructural idóneo.

Durante la década de los cuarentas Candela desarrolló una serie de proyectos y obras alrededor de la república sin mayor trascendencia, hasta que realizó un cascarón de concreto experimental con forma de bóveda catenárica1, que aplicó en una escuela rural en Tamaulipas. Esto le abrió un amplio horizonte de posibilidades de explotación de los cascarones, por lo que, junto con sus hermanos, decidió abrir una empresa especializada en cubiertas que se llamó Cubiertas Ala. Este es el punto de partida de su prolífica carrera en este terreno.

1.      La catenaria es una curva que sigue el principio de la silueta que forma una cadena agarrada por dos puntos. Transmite sólo esfuerzos a compresión, por lo que permite construir estructuras de espesor constante.

El primer proyecto relevante, que lo catapultó como el principal constructor de cascarones en México, fue el Pabellón de Rayos Cósmicos de Ciudad Universitaria, en 1951. El objetivo parecía imposible: les habían solicitado un área de laboratorios con una cubierta de 1.5 cm de espesor máximo, para que los rayos lo traspasaran y fuera posible la medición de neutrones para la que estaba destinado.

Este proyecto se resolvió por medio de una forma geométrica que sería el principio estructural de muchas de las obras posteriores: el paraboloide hiperbólico, que con su doble curvatura invertida daba mayor resistencia estructural y además podía desarrollarse a través de rectas, lo que hacía posible armar su cimbra2.

2.      La cimbra es el armado de madera que se utiliza como molde para vaciar el concreto de cualquier elemento: muros, losas, etc.

A partir de ese momento dio inicio la época dorada de la construcción de cascarones de concreto armado en México, en la que Candela, ya fuera como arquitecto principal, o sólo como consultor en la ingeniería estructural, desarrolló alrededor de 1,400 proyectos, de los que se construyeron casi 900 en tan sólo 3 lustros (de mediados de los 50´s a principios de los 70´s). Los arquitectos más prestigiados del momento se acercaban a él para tener su guía estructural.

Algunas de las colaboraciones más logradas de su carrera fueron: El mercado de Coyoacán (1955), con los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares; El restaurante Los Manantiales (1958), en Xochimilco, con Joaquín Alvarez Ordóñez; La capilla abierta de Palmira (1959), en Cuernavaca, con Guillermo Rosell y Manuel Larrosa; y la serie de proyectos con los arquitectos Enrique de la Mora y Fernando López Carmona (en su mayoría iglesias): La Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad -el Altillo- (1955), San Antonio de las Huertas (1955), San José Obrero (1959) y San Vicente de Paul (1959).

En 1963, De la Mora lo invitó a participar en el proyecto de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Madrid. Fue así que en 1965 regresó al suelo español que se había negado a pisar durante años, mientras Franco siguiera en el poder.

Una aplicación genial del paraboloide hiperbólico que Candela realizó entre 1952 y 53 fue el famoso “paraguas”, que aún puede verse en infinidad de gasolineras de la ciudad. La ingeniosa solución consistía en unir 4 paraboloides, para que, al transmitir y compensar los esfuerzos uno junto a otro, permitieran descansar en un solo apoyo al centro, que además servía como bajada de aguas.

Algunas de sus obras más representativas como arquitecto proyectista e ingeniero estructural a la vez son: La iglesia de la Virgen de la Medalla Milagrosa (1955), en la colonia del Valle; la planta embotelladora Bacardí (1960), en el Estado de México; y el célebre Palacio de los Deportes, maravilla estructural proyectada y construida para celebrar los Juegos Olímpicos de 1968.

Además de su obra arquitectónica, escribió artículos, libros y dictó conferencias alrededor del mundo en las que su principal mensaje es la importancia del entendimiento estructural y geométrico como elementos básicos de la formación de un arquitecto, aspectos que, con mucha razón, reclamaba que se dejaban de lado en las escuelas. Sobre la relación arquitecto-ingeniero, argumentaba que las dos ramas tenían que ir de la mano desde la parte conceptual de un proyecto.

Fue catedrático de la UNAM, en la Facultad de Arquitectura, durante casi 20 años. En 1971 se mudó a Estados Unidos, donde vivió hasta el día de su muerte, el 7 de diciembre de 1997.

Estuvo activo profesionalmente hasta el final; la muerte lo sorprendió a sus 87 años, cuando acababa de rentar un departamento en Valencia para seguir de cerca el desarrollo de su última obra: el Restaurant del Museo Oceanográfico, que fue pedido casi como una copia de su Restaurant Los Manantiales.

Este año se celebran 100 años de su nacimiento. La comunidad arquitectónica del país realiza los festejos correspondientes y la autora de estas líneas se suma con el homenaje a uno de los personajes emblemáticos de la arquitectura moderna del siglo pasado.

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